viernes, 15 de abril de 2011

300*






*Esta es la entrada número 300 de este blog. 300 en poco más de tres años (empecé un 7 de abril de 2008). No está mal. No es poco pero tampoco es mucho (como aquellos billetes de 24 euros de este maravilloso y chanante retrospecter). Este blog también cumplió 100 entradas y también cumplió 200 y no celebramos nada. Pero claro, 300 son 300; como los 300 de Leónidas en la Batalla de las Termópilas, que son los 300 del cómic de Frank Miller (y Lynn Varley, que fue quien puso, y muy bien, el color). En realidad creo que de las otras dos efemérides no fui consciente. Ahora bien, me gustó 300 y esta es una excusa buena como otra cualquiera para recordarlo. Sé que le falta rigor histórico. Sé que acusaron a su autor de xenófobo, seguramente con razón. Qué sé yo lo que sé. Pero a mí me gustó igual. Y también la peli (por cierto, en Cuba la vi doblada al mexicano y fue una experiencia curiosa). Asociar estos 300 posts a aquellos 300 espartanos es una ida de olla, sí, pero no es del todo descabellado, por mucho que pueda parecerlo. Al fin y al cabo estos 300 posts también son unos resistentes. No exponen explícitamente su ideología (o no demasiado al menos), pero desde luego que sí implícitamente. Pero no son unos resistentes por eso. Lo son porque resisten a mi lado en mi pelea contra la falta de tiempo y de espacio. La pelea contra las implacables consecuencias de mis elecciones (que sé que fueron mías, que sé que no debo de quejarme, que sé que no estoy tan mal, que sé un montón de cosas, pero también sé, con todo y sobre todo, que yo pensaba que el mundo era otra cosa y que si lo pensaba era por algo; esto es, me educaron de otra forma, me enseñaron un futuro distinto, nadie me habló de esta negrura). El caso es que resisten aquí. Siguen adelante y cada vez son más. No son muy actuales, ni están muy puestos (puede que alguno que haya escrito en domingo...), ni muy bien escritos, ni son muy organizados, ni muy originales, ni muy especiales, ni muy especializados, ni muy nada. Pero son míos. Y son así (desordenados, un poco caóticos, urgentes) porque es en la urgencia donde me muevo. Esto vivo yo, esto veo yo, por todo esto trabajo yo, en esto creo y en esto participo, y peleo por encontrar un rato, donde sea, por apropiarme de un tiempo que no tengo para contarlo, para contármelo. Son mis 300. Últimamente hablo mucho de esto con las personas que me quieren y que se empeñan en hablar conmigo a pesar de mis nervios y de mis malas pulgas. No pienso renunciar a mis espacios a pesar de todo. Estos 300 son mis espacios (y otros muchos que no están pero que también me pertenecen). Y no pienso hacerlo por nada del mundo. No porque pierda el norte y les dé una importancia de la que carecen, sino porque sé que forman parte de un espacio más grande, distinto, que es de muchos. Una especie de espacio de resistencia que construimos entre todos los que nos negamos a "hacer nada", aunque esa "nada" nos arrolle y haga con nosotros casi todo lo que quiere. Porque si nos tapan el sol con sus flechas, entonces lucharemos en la sombra, como los 300 espartanos de Leónidas.

1 comentario:

Óscar Garrido García dijo...

¡Aúpa esos 300!

Y olvida la negrura.

Que haberla la hay (/hayla ¿se escribe así?) en este mundo nuestro.

No se puede vivir todo el día con ella a cuestas.

Ánimo.