sábado, 31 de marzo de 2012

un poema de ryszard kapuscinski*



Las raíces tienen una dirección vertical
desaparecen en la tierra
se hunden penetran
su existencia es invisible y oscura
intentar apartar los granos de arena
las piedras las rocas
atravesar la lava y los minerales
arrojadas a la superficie
inactivas 
se secan
sus dedos nudosos
se elevan hacia el cielo
su oración enredada e intraducible
la experiencia de las raíces:
la vida viene de meterse en las profundidades

*la traducción es de Abel Murcia.

viernes, 23 de marzo de 2012

un poema de eunice odio




Nube y cielo mayor

A los milicianos de dentro y fuera

Porque en España ardía la voz,

Ardía el vientre floral de la mujer
encinta con el mundo,

Ardía la arteria triste desnuda

Ardía el humus conciso de los hombres,

Ardía el húmedo estuario de tu daga
total y coronada.

Porque en España
se cubrían de lujosos cadáveres
los párpados de las muchachas

y el alba cercenada
soñaba con obispos y medusas,
y murmuraba el hombre su cándida estatura
más allá de su muerte conquistada,

Porque en España
Miliciano español
encubierto de escombros doloridos,
y tu cielo veloz acuchillado,

Mientras los enlutados
perdían tu ancha jornada de magnolias,
y revolvían
hasta variarla toda,
la gracia popular de las tahonas,
tú estabas en la época lluviosa de tu sangre,

y tu cuerpo,
en aire de paloma entrecortada,
recorría este suave desorden de ecuadores,
esta fácil ternura de los rostros de América.

Salud
Miliciano Español
a tu frente miliar
y a la turbia excelencia de tu sangre,

Salud a tu mejilla levantada,

Salud
Miliciano Español

Discípulo tatuado
en la cubierta extraña de Guernica,

Salud al espinazo de tu espada,

Porque en España,
cuando los enlutados
pacían en tu dulzor enrojecido,
y comían de tu carne derramada,
tú eras como un ángel escolar
en la esquina del mundo,

como un sol destapado con tu herida,

Salud
Miliciano Español
griterío original de días degollados,

Herida desplomada en las puertas del hombre,

para que el hombre oyera
tu iracunda fragancia
y acogiera
el alto decaer de tu cintura,
el cálido color de tu armonía,

Salud a tu lacónica silueta
melancólico el gesto entre las rocas,
y la mirada envuelta en una lágrima,

Salud
hasta tu corazón más íntimo,
y en tu sudor más íntimo,
y hasta en el dorso
más olvidado de tu hueso,
desordenado y alto,

Salud a esa tu muerte tan desechada,
tu muerte aun húmeda y sola
al socaire del olivo,

Salud
Miliciano Español,

Dinamitero que ardes
con tu boca en amas
y tu fragor al cinto,

Salud hasta en tu niño fusilado
que deslinda su ombligo entre tu frente,

Salud
Miliciano Español

Porque cuando en España
los arzobispos desfondaban a Cristo
y le pateaban el muslo y los dedos largos,
tú estabas con el rostro dividido
y con el sexo lleno de semanas
eternamente oscuras.
Porque cuando los militares de medio rostro
mutilaban la era embarazada
y se masturbaban la mente con un paraguas,
tú estabas cerrado a todas las sangres,
parado sobre todos los asaltos,
y tu cuerpo de suave corola destituida
tenía una voz para tu mismo cuerpo,

Salud
Huésped funeral y hermoso,

Salud
entre tu frente que está al socaire del olivo
aun sola;

porque aún
entre los relojes de los bufetes
y de los tocadores,
los arzobispos y los medios rostros de los traidores,
se masturbaban la mente con un paraguas,
y en tu España,
en la mía,
en la de todos,
aún arde tu cuerpo como un clavel de asalto.

Aquí,
amigo,

Miliciano español
poblado hermano nuestro,
sobre tu corazón de polvo y estampido
nosotros estamos parados al pie de las cosechas,

Sobre lo que parece que se ha roto en el llanto,

Estamos todos,
mostrando el tanto de brillo de una lágrima.

Somos los apasionados magníficos,
los pequeños exaltados
siempre floridos,

los de rostro transitable

Estamos todos
esperando sobre la piedra erguida,
somos los de dentro y los de fuera,

somos todos los americanos.

jueves, 22 de marzo de 2012

cosas que le diré a la niña que está en camino*




para helena

el dinero no importa
seré inmortal mientras me quieras
si no te es dado encontrar fácilmente tu camino
no desesperes:

no es poca misión amar

*Este es el poema que he leído esta mañana en el IES Batalla de Clavijo de Logroño, que ha tenido a bien invitarme al maratón poético que celebran cada año para festejar el Día Internacional de la Poesía. Puede que escribir sea una de esas cosas que desaconsejar a las embarazadas (algo así: no bebáis, no fuméis, no comáis por dos sino para dos y, por favor, huid como de la peste de escribir poemas). Puede, digo, porque en estos meses de embarazo he alcanzado unas cotas de moñez fascinantes. Esto es, yo soy bastante moñas de por sí. Me suelen rescatar de ahí un poco los alcoholes y cierta querencia a cierto macarrismo, pero tanto mes de abstinencia y tantas cositas pequeñas y de colores suaves y tanta ternura generalizada a mi alrededor, pues han traído consigo, como decía, unos niveles de moñez altísimos; y  con ellos, cantidades bastante considerables de poemas moñas (como aquel eslogan del Partido del Karma Democrático, PKD, que decía "el voto inútil, el voto como tú", pues igual: "el poema moñas, el poema como yo"). Casi todos fenecerán sin conocer otro aliento que el mío propio, pero este no. Este me gusta. Fuera rollos, el poema que me hubiera gustado leerles  a todos esos chicos y chicas (el poema que me hubiera encantado ser capaz de escribir para esta mañana) es este de Roque Dalton. Para nada creo que quienes perseveramos en esto de escribir, con mayor o menos fortuna, poesía, tengamos que estar constantemente justificando por qué lo hacemos. Pero si yo tuviera que hacerlo, si tuviera que explicar por qué escribo, me gustaría saber decirlo así:

Preguntarán qué fuimos,
quienes con llamas puras les antecedieron, a
quienes maldecir con el recuerdo.

Bien.
Eso hacemos:
custodiamos para ellos el tiempo que nos toca.

(La fotografía es de Robert Doisneau)

miércoles, 21 de marzo de 2012

un poema de eugenio montejo




La poesía

La poesía cruza la tierra sola,
apoya su voz en el dolor del mundo
y nada pide
ni siquiera palabras.

Llega de lejos y sin hora, nunca avisa;
tiene la llave de la puerta.
Al entrar siempre se detiene a mirarnos.
Después abre su mano y nos entrega
una flor o un guijarro, algo secreto,
pero tan intenso que el corazón palpita
demasiado veloz. Y despertamos.

domingo, 18 de marzo de 2012

un fragmento del discurso de aceptación del nobel de albert camus*



Estocolmo, 10 de diciembre de 1957
 
Personalmente, no puedo vivir sin mi arte. Pero jamás he puesto ese arte por encima de cualquier cosa. Por el contrario, si me es necesario es porque no me separa de nadie, y me permite vivir, tal como soy, a la par de todos. A mi ver, el arte no es una diversión solitaria. Es un medio de emocionar al mayor número de hombres, ofreciéndoles una imagen privilegiada de dolores y alegrías comunes. Obliga, pues, al artista a no aislarse; le somete a la verdad, a la más humilde y más universal. Y aquellos que muchas veces han elegido su destino de artistas porque se sentían distintos, aprenden pronto que no podrán nutrir su arte ni su diferencia más que confesando su semejanza con todos.

El artista se forja en ese perpetuo ir y venir de sí mismo hacia los demás, equidistante entre la belleza, sin la cual no puede vivir, y la comunidad, de la cual no puede desprenderse. Por eso, los verdadero artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual.


Por lo mismo el papel de escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren. Si no lo hiciera, quedaría solo, privado hasta de su arte. Todos los ejércitos de la tiranía, con sus millones de hombres, no le arrancarán de la soledad, aunque consienta en acomodarse a su paso y, sobre todo, si en ello consiente. Pero el silencio de un prisionero desconocido, abandonado a las humillaciones,  en el otro extremo del mundo,  basta para sacar al escritor de su soledad,  por lo menos, cada vez que logre, entre los privilegios de su libertad, no olvidar ese silencio, y trate de recogerlo y reemplazarlo, para hacerlo valer mediante todos los recursos del arte.

Nadie es lo bastante grande para semejante vocación. Sin embargo,  en todas las circunstancias de su vida, obscuro o provisionalmente célebre, aherrojado por la tiranía o libre para poder expresarse, el escritor puede encontrar el sentimiento de una comunidad viva, que le justificará sólo a condición de que acepte, tanto como pueda, las dos tareas que constituyen la grandeza de su oficio: el servicio a la verdad, y el servicio a la libertad. Y puesto que su vocación consiste en reunir al mayor número posible de hombres, no puede acomodarse a la mentira ni a la servidumbre porque, donde reinan,  crece el aislamiento. Cualesquiera que sean nuestras flaquezas personales, la nobleza de nuestro oficio arraigará siempre en dos imperativos difíciles de mantener: la negativa a mentir respecto de lo que se sabe y la resistencia ante la opresión.

*Merece mucho la pena leer el discurso entero (aquí lo tenéis en castellano y en francés). Me he acordado de él por esta noticia (y siempre es un gustazo encontrarse con Camus)


viernes, 16 de marzo de 2012

miércoles, 14 de marzo de 2012

varios fragmentos del cuaderno de escritura de carlos pujol



10
Se escribe para oír la música de dentro.

22
Dos formas de subvertir la realidad: la poesía y el humor.

43
El único tema es uno mismo, deformado y manifiesto como en una caricatura.

45
Hay voces y tonos que arrastran al lector, y otros que le aburren, y eso desde las primeras páginas. Una parte del secreto está en la habilidad, el oficio, pero lo principal es que se nos habla de nuestros sueños o no.

71
No hay que ser comprensivo o tolerante con lo que uno mismo escribe.

72
No se podía mostrar la intimidad sin que se inventase el disfraz de la literatura.

79
La literatura es o debería ser un arte, pero tiene también una función secundaria asistencial: consuela de la vida, primero al autor y luego a los lectores.

82
Publicar significa olvidarse del libro, que deja de ser propio. Cualquier insistencia en la memoria es malsana, cualquier jactancia o moroso regodeo, una ridiculez. Hay que tener respeto por lo que ya es de los demás.

94
Escribir es disconformidad, no estar de acuerdo.

100
LEER Y ESCRIBIR

(...)

La realidad hace lo que puede por estar a la altura de los grandes libros, se transforma hábilmente para reproducir sus apariencias, pero siempre queda por debajo de los modelos (...) De ahí que los lectores empedernidos estén aquejados de una incurable nostalgia del libro; que vivir les parezca un oscuro amasijo de cosas que nos pasan, pero que apenas despiertan nuestro interés, mientras que lo que no ha sucedido a nadie puede apasionarnos como la verdad más honda.

La vida, vista a través del espejo deformante y maravilloso de la letra impresa, es un fenómeno de la civilización que genera una extraña doblez -estar aquí y al mismo tiempo muy lejos, aparentar una sola vida como los demás, y tener muchas- y que no deja de asombrarnos. Unos signos convencionales sobre el papel abren todas los caminos de la imaginación (...) A escala humana, es como una posibilidad soñada de infinito, quizá porque la literatura es todo lo contrario de como suele llamarse a la política, es el arte de lo imposible.

Las imágenes empapan los ojos y, su repetición, necesariamente mecánica sugiere un horrible fatalismo, ahora que la televisión y los videosistemas parecen querer abolir la memoria, machacando y estropeando recuerdos visuales con su facilidad reproductora, deberíamos apreciar más que nunca el santuario de la lectura, siempre distinta y siempre obligándonos a imaginar las cosas; obligándonos a ser nosotros mismos según los impulsos interiores que nos guían, obligándonos a ser libres.

martes, 13 de marzo de 2012

medz yeghern: la gran catástrofe*


*Medz Yeghern (Gran Mal), es el término que emplean los armenios para referirse al genocidio que sufrió su pueblo a manos del Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial (fundamentalmente entre 1915 y 1917). También da título a un cómic de Paolo Cossi sobre el tema que me regalaron por mi cumpleaños (¡gracias JL!) y que devoré (mejor engullí) el otro día porque los tragos amargos es sabido que es mejor pasarlos rápido. Y eso no quiere decir que no me gustara, pero es que el autor (a diferencia, por ejemplo, de Art Spiegelman en Maus) no da ni una pequeña tregua en la descripción de unos hechos insoportables por terribles. Sólo las citas introductorias entre capítulo y capítulo permiten respirar un poco (y no demasiado; para muestra esta brutal y certera de la escritora italo-armenia Antonia Arslan, que nos recuerda que: El día más funesto para un país es aquel en el que, para sentirse unido, cree necesario eliminar a sus ciudadanos más indefensos). Como no sé si se puede leer bien el diálogo entre soldados franceses que aparece en las viñetas de la foto os lo reproduzco aquí:

-(Se llevan a los habitantes de pueblos enteros. Los envían lejos de los ojos indiscretos... Al desierto) Los hacen desaparecer, se convierten en arena como si nunca hubieran existido.
-¡Hay que hacer algo! En el fondo son cristianos, como nosotros.
-¡No! ¡Antes de nada son hombres, como nosotros!

(Está bien recordar cuál debería ser siempre la perspectiva desde la que observar a quien tienes enfrente: la de un ser humano frente a otro ser humano)

La República de Turquía, sucesora del Imperio Otomano, no niega que las masacres de civiles armenios ocurrieran, pero sí que se las pueda considerar un genocidio, argumentando que no fueron el resultado de un plan masivo de exterminio diseñado por dicho Imperio, sino la consecuencia natural de los avatares propios de la Primera Guerra Mundial. Se calcula que entre 1915 y 1917 murieron entre un millón largo y dos millones de civiles armenios.

lunes, 12 de marzo de 2012

un poema de jaime gil de biedma*




Lágrima


No veían la lágrima.Inmóvil
en el centro de la visión, brillando,
demasiado pesada para rodar por mejilla de hombre,
inmensa,
decían que una nube, pretendían, querían
no verla
sobre la tierra oscurecida,
brillar sobre la tierra oscurecida.

Ved en cambio a los hombres que sonríen,
los hombres que aconsejan la sonrisa.
Vedlos
presurosos, que acuden.
Frente a la sorda realidad
peroran, recomiendan, imponen confianza.
Solícitos, ofrecen sus servicios. Y sonríen,
sonríen.
Son los viles
propagandistas diplomados
de la sonrisa sin dolor, los curanderos
sin honra.

La lágrima refleja
sólo un brillo furtivo
que apenas espejea.
La descubre la sed,
apenas, de los ojos
sobre los doloridos
utensilios humanos
-igual como descubre
el río que, invisible,
espejea en las hojas
movidas-, pero a veces
en cambio, levantada,
manifiesta, terrible,
es un mar encendido
que hace daño a los ojos,
y su brillo feroz
y dura transparencia
se ensaña en la sonrisa
barata de esos hombres
ciegos, que aún sonríen
como ventanas rotas.

He ahora el dolor
de los otros, de muchos,
dolor de muchos otros, dolor de tantos hombres,
océanos de hombres que los siglos arrastran
por los siglos, sumiéndose en la historia.
Dolor de tantos seres injuriados,
rechazados, retrocedidos al último escalón,
pobres bestias
que avanzan derrengándose por un camino hostil,
sin saber dónde van o quién les manda,
sintiendo a cada paso detrás suyo ese ahogado resuello
y en la nuca ese vaho caliente que es el vértigo
del instinto, el miedo a la estampida,
animal adelante, hacia adelante, levantándose
para caer aún, para rendirse
al fin, de bruces, y entregar
el alma porque ya
no pueden más con ella.

Así es el mundo
y así los hombres. Ved
nuestra historia, ese mar,
ese inmenso depósito de sufrimiento anónimo,
ved cómo se recoge
todo en él: injusticias
calladamente devoradas, humillaciones, puños
a escondidas crispados
y llantos, conmovedores llantos inaudibles
de los que nada esperan ya de nadie…
Todo, todo aquí se recoge, se atesora, se suma
bajo el silencio oscuramente,
germina
para brotar adelgazado en lágrima,
lágrima transparente igual que un símbolo,
pero reconcentrada, dura, diminuta
como gota explosiva, como estrella
libre, terrible por los aires, fulgurante, fija,
único pensamiento de los que la contemplan
desde la tierra oscurecida,
desde esta tierra todavía oscurecida.


*me lo ha recordado este artículo y, aún más, esta entrevista. Este mundo nuestro que da cada vez más rabia, más pena y más miedo. 

sábado, 10 de marzo de 2012

dos fragmentos de el club de la lucha, de chuck palahniuk



-Al final, terminas pasándote la vida buscando un padre y un Dios -dice el mecánico.
"Debes tener en cuenta la posibilidad de no caerle bien a Dios. Pudiera ser que Dios nos odiara. No es lo peor que podría ocurrir.
Tyler se dio cuenta de que llamar la atención de Dios por ser malo era mejor que no recibir ninguna atención. Tal vez porque el odio de Dios sea preferible a su indiferencia.
Si pudieras ser el peor enemigo de Dios o nada, ¿qué elegirías?
Según Tyler Durden, somos los hijos medianos de Dios, sin un lugar especial es la historia y sin ser merecedores de especial atención.
A menos que llamemos la atención de Dios, no tenemos esperanza de condena ni de redención.
¿Qué es peor, el infierno o nada?
Sólo si nos cogen y nos castigan podemos salvarnos.
-Incendia el Louvre -dice el mecánico -y límpiate el culo con la Mona Lisa. Al menos de esa forma Dios sabrá nuestros nombres.
Cuanto más bajo caigas, más alto volarás. Cuanto más lejos corras, más querrá Dios que vuelvas.
-Si el hijo pródigo nunca se hubiera ido de casa, el ternero cebado seguiría vivo -dice el mecánico.

(...)

Soy un estúpido y todo cuanto hago es desear y necesitar cosas.
Mi vida insignificante. Mi insignificante trabajo de mierda. Mis muebles suecos. Nunca, no, nunca le he dicho esto a nadie, pero antes de conocer a Tyler, estaba planeando comprarme un perro y llamarlo Séquito.
Así de mala puede volverse la vida.

lunes, 5 de marzo de 2012

un fragmento de laúd y cicatrices de danilo kis


Le contesto que la realidad poética también es realidad.

-La realidad es -declara él- como la hierba y la tierra. La realidad es la hierba que crece y los pies que la pisan.

Le comento que eso también es una imagen poética. Una metáfora.

-Quizá una imagen -admite-. Vamos, tomemos otra copa. Es de guindas. Un aguardiente casero. Me lo trajeron del pueblo unos amigos. El escritor debe -prosigue- considerar la vida en su totalidad. Tiene que anunciar el gran tema de la muerte, para que el hombre sea menos soberbio, menos egoísta, menos malvado, y, por otra parte, dar un sentido a la vida. El arte es el equilibrio de estas dos ideas contradictorias. Es deber del hombre, sobre todo del escritor, y dirá usted que hablo como un viejo, abandonar este mundo dejando tras de sí no una obra, obra es todo, sino un poco de bondad, algo de conocimiento. Cada palabra escrita es como la Creación. (Pausa). Lo oye: ya cantan los primeros pájaros.