jueves, 1 de octubre de 2009

martes 9 de junio, palermo




martes 9 de junio: palermo aterrizar es una maravilla, el aeropuerto está justo al lado del mar y mientras el avión baja se pueden ir distinguiendo perfectamente los distintos tonos del agua, las playitas, los seres humanos al sol, casas con piscinas inmensas en medio de la nada... el aeropuerto es pequeño y es muy sencillo salir y localizar el bus que lleva al centro la periferia de la ciudad es fea y la periferia del centro también nos dejan en la plaza del teatro politeama y echamos a andar hacia nuestro hotel cruzamos casi toda la via maqueda, vemos el teatro massimo, asomamos el morro por todas las callejuelas del camino nuestro hotel está en via del celso, una callejilla en cuesta paralela a via dei candelai, que es una de las calles oficiales de bares palermitanas (cualquiera de las dos lleva en cinco minutos a la catedral) y a menos de dos minutos en nuestra misma calle está la mezquita principal de palermo la entrada es un tanto inquietante (un patio hecho trizas, gatos a manta, perros callejeros chivadores, cuesta arriba, una farola en 200 metros...) (se supone que íbamos a apreciar el encontrar un cierto desasosiego en los callejones de estas ciudades y teniendo en cuenta que el desasosiego lo portaba yo en mí misma, en ese sentido puede decirse que quedamos bastante satisfechos) a dos minutos del hotel están los quattro canti (los llaman "teatro del sol"), piazza pretoria, con sus palacios barrocos alucinantes (uno blanco precioso y abandonado me tuvo mosca todo el viaje) y piazza bellini, con la iglesia de la martorana y las cúpulas rojas de san cataldo ahí comemos pasta a la sarde (el plato nacional: pasta con sardinas y especias) y pasta con verduras


hace mucho calor pero nada nos detiene a enrique y a mí con el estómago lleno y un par de cervezas encima y echamos a andar en dirección a la catedral por via vitorio enmanuele entramos, y al salir, por lo que vemos desde la puerta, parece que estamos saliendo del capitolio de la habana, seguimos hasta pasar la porta nuova y llegamos al palazzo dei normandi y a la iglesia de san giovanni degli eremiti (también con esas cúpulas color coral bulbosas tan bonitas) enfrente, en la via dei benedittini, hay una antigua prisión que hoy es un centro social autogestionado que se llama exkarcere y que programa un montón de conciertos (ninguno mientras nosotros estuvimos en palermo) y actividades varias localizamos la parada de bus para ir al día siguiente a monreale y bajamos por una callejilla hacia el mercado ballaró en el barrio de la albergheria está tan hecho polvo que creemos firmemente que no todo puede ser casual o inevitable el mercado es impresionante (sobre todo los trozos de atún rojo y los tomates de todas las clases, tonos y tamaños) y en medio está la chiesa del carmine, con su cúpula de cerámica salimos a via maqueda y nos acercamos hasta la estación de tren a preguntan los horarios para agrigento, cefalú y taormina atravesamos via roma y bajamos via vitorio enmanuele en dirección a porta felicce y piazza marina, vemos el mar, el parque de villa garibaldi, palacios e iglesias barrocas para desecombrar, el foro itálico, la piazza de la kalsa (el único lugar en el que enrique siente un leve desasosiego), la porta dei greci, santa maria de la catena... nos sentamos en el pedestal de porta felicce, tengo los pies llenos de heridas y no puedo con mi alma riojana, pero eso no es nada que no se arregle con una buena cerveza de 66 centilitros rodeamos la cala y antes nos ladra un rotwailler suelto y yo casi me muero del susto, pero enrique me explica (por centésima vez) que mientras mueva el rabo no hay peligro andamos toda la via roma y volvemos al hotel a ducharnos porque hace un calor que insoportable es poco al salir, bajando la cuestecilla que une la calle de nuestro hotel con via maqueda, nos cruzamos con una estampa más caribeña que europea: una puerta abierta de madera pintada de azul, una chica muy morena sentada a la fresca en una silla de mimbre roja, dentro una tele muy vieja a todo volumen, una cama metálica con una colcha de flores, las paredes desconchadas pintadas de verde, un gato aún no tengo muy claro que me parecen las cosas porque andamos demasiado y demasiado rápido, pero ya sé que conducen muy mal, que tocan el claxon más por diversión que por necesidad, que las cervezas de 66 centilitros son un invento maravilloso, que estamos casi todo el tiempo a punto de morir atropellados, que el gesto de la gente es mayoritariamente adusto, seco, serio, que, por las veces que nos han parado por la calle para preguntarnos cosas debemos de parecer más de allí que de nuestro pueblo, que la ciudad (a pesar de su estado o precisamente por su estado) difícilmente podría ser más bonita localizamos el mercado de la vucciria y cerquita de allí un sitio que se llama aboriginal internet café y nos echamos un par de copas, mientras planeamos las visitas del día siguiente nos sacan unos platos llenos de comida (gratis o incluida en el precio de la copa) bastante buena no recuerdo muy bien dónde cenamos, sospecho que sin pena ni gloria en alguno de los muchos restaurantes que hay en las calles via bara'all olivella, via del orologio o salvatore spinuzza antes de llegar al hotel hacemos una paradita en un bar de la via dei candelai los huéspedes del hotel se quejaban en sus comentarios de los ruidos de la calle pero nosotros no oímos absolutamente nada




2 comentarios:

Mar Azure dijo...

he vuelto a palermo contigo, que grande compa!, soy antonio transmutado en margarita

Ediciones del 4 de Agosto dijo...

Ja, hablaba de mi rabo no del del perro, mientras se mueva no hay problema...
(Perdón, no me he podido resistir)