jueves, 8 de octubre de 2009

jueves 11 de junio, agrigento, palermo




jueves 11 de junio, palermo, agrigento madrugamos más que ningún día hemos tratado durante los dos días anteriores de contratar una excursión a segesta y agrigento, porque combinar por nuestra cuenta los dos yacimientos es complicado


nada y yo, a pesar de eso, me alegro de que no hayamos alquilado un coche al final tenemos que conformarnos con ir a agrigento a ver el valle de los templos (que sabe dios que no es poco) y nos toca madrugar un montón y chuparnos 3 horas de tren para ir y otras tantas para volver en la estación compramos manzana desecada en una máquina expendedora y en las teles que hay nos bombardean con trailers de resacón en las vegas y de otra película que no recuerdo y con anuncios de una ong en la primera parada, begheria (ahora en la mostra de venecia se acaba de presentar una peli producida por berlusconi y rodada en esa ciudad), se monta en el tren una clase entera de niños de unos 4 años con sus respectivas mamás y papás, que hacen mucho ruido pero me gusta (descubro en ellos otro lugar común tranquilizador)



vamos hacia el interior y atravesamos campos de cereales, montañas considerables, algunas estaciones fantasma, una que se llama cerda y nos hace mucha gracia porque somos así la ciudad, agrigento, no es apetecible en absoluto, por mucho que aquí viviera empédocles y naciera pirandello (en un suburbio llamado kaos, por cierto) el valle de los templos, sin embargo, es una auténtica maravilla, a pesar del calor de mil demonios, de que lo visitamos de 12 a 16 horas y el sol nos quema, de que nos bebemos 3 botellas de litro y medio entre los 2 en esas 4 horas, de que antes nos hemos comido un par de arancinos un poco reguleros que no nos han dejado buen cuerpo una maravilla: se ve el mar, el cielo es de un azul muy profundo, la piedra color arena, las flores amarillas, las chumberas, los templos..., de no haber sido por el calor (y por las prisas) me hubiera encantado tumbarme debajo de un olivo, sacar un libro, echar ahí un par de horas los yacimientos arqueológicos, igual que los museos, igual que las clases de niños de 4 años con sus papás y sus mamás, tienen un impacto absolutamente tranquilizador sobre mi ánimo después vamos al museo arqueológico, que nos gusta, comemos en un jardín a la sombra, salimos al sol y entramos a una de las necrópolis, pillamos el bus, pillamos el tren, volvemos a palermo palermo es un nombre sugerente, sexy incluso, sensual (supongo que porque ya sólo pronunciar ese "..erm.." obliga a autoacariciarse el paladar, cosa que si se hace muy despacito y marcando mucho la sílaba en cuestión produce un agradable cosquilleo) echamos algunas fotos, volvemos a ver san cataldo, vamos a cenar por ahí, se nos hace medianamente tarde en los bares de via candelai criticando a la juventud de la zona (lo de los cuellos subidos, la pose constante, lo bajito que hablan...) siempre pensamos en a qué nos recuerdan las ciudades en las que estamos, buscamos analogías



aquí, la playa amplia nos recuerda a tánger, los mercados destartalados a los de monastiraki en atenas, los callejones de los barrios viejos de albergueria, de capo, de la kalsa, a centro habana nos gusta palermo, nos genera ternura (el poco palermo que hemos visto estos días) porque parece que está a punto de derrumbarse, como un frágil ecosistema, como un animal herido (herido a pesar de tener la más bonita de las pieles)

echo tremendamente de menos la inconsciencia de mis primeros viajes: pasear por el tarlabaçi de estambul (el barrio al que no hay que ir) tranquilamente, no ver casi nada en lisboa pero disfrutar cosa mala y despistarnos en los anjos y en el barrio da liberdade, perdernos en barrio da sé de oporto (que por otro lado era lo más bonito de la ciudad), no sentir amenaza alguna, tener siempre más ganas que miedo

me doy cuenta de que me sobra información, cada vez más, en todos los sentidos


pero también de que es inevitable que eso suceda, y de que lo que distingue a un turista de alguien que no lo es, aquí y en todos los sitios, es que sonríe más que el resto, a veces incluso ante cosas y personas que no merecen sonrisa alguna






2 comentarios:

Heroina dijo...

En esa foto el cabe esta bien bueno, vaya espaldazas!

Óscar Garrido García dijo...

guau