sábado, 24 de noviembre de 2012

un poema de wislawa szymborska




Parábola

Ciertos pescadores sacaron del fondo una botella.
Había en la botella un papel, y en el papel estas palabras:
"¡Socorro!, estoy aquí. El océano me arrojó a una isla desierta.
Estoy en la orilla y espero ayuda. ¡Dense prisa. Estoy aquí!"
-No tiene fecha. Seguramente es ya demasiado tarde.
La botella pudo haber flotado mucho tiempo, dijo el pescador primero.
-Y el lugar no está indicado. Ni siquiera se sabe en qué océano,
dijo el pescador segundo.
-Ni demasiado tarde ni demasiado lejos. La isla "Aquí" está en todos lados,
dijo el pescador tercero.
El ambiente se volvió incómodo, cayó el silencio.
Las verdades generales tienen ese problema.

*Traducción de Gerardo Beltrán





martes, 16 de octubre de 2012

un poema de emilio adolfo westphalen




El mar en la ciudad


¿Es éste el mar que se arrastra por los campos,

Que rodea los muros y las torres,

Que levanta manos como olas

Para avistar de lejos su presa o su diosa?

¿Es éste el mar que tímida, amorosamente

Se pierde por callejas y plazuchas,

Que invade jardines y lame pies

Y labios de estatuas rotas, caídas?

No se oye otro rumor que el borboteo

Del agua deslizándose por sótanos

Y alcantarillas, llevando levemente

En peso hojas, pétalos, insectos.

¿Qué busca el mar en la ciudad desierta,

Abandonada aun por gatos y perros,

Acalladas todas sus fuentes,

Mudos los tenues campanarios?

La ronda inagotable prosigue,

El mar enarca el lomo y repite

Su canción, emisario de la vida

Devorando todo lo muerto y putrefacto.

El mar, el tierno mar, el mar de los orígenes,

Recomienza el trabajo viejo:

Limpiar los estragos del mundo,

Cubrirlo todo con una rosa dura y viva.

lunes, 1 de octubre de 2012

un poema de luis cernuda



Si el hombre pudiera decir lo que ama,

si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo

como una nube en la luz;

si como muros que se derrumban,

para saludar la verdad erguida en medio,

pudiera derrumbar su cuerpo,

dejando sólo la verdad de su amor,

la verdad de sí mismo,

que no se llama gloria, fortuna o ambición,

sino amor o deseo,

yo sería aquel que imaginaba;

aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos

proclama ante los hombres la verdad ignorada,

la verdad de su amor verdadero.

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien

cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;

alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina

por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,

y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu

como leños perdidos que el mar anega o levanta

libremente, con la libertad del amor,

la única libertad que me exalta,

la única libertad por que muero.

Tú justificas mi existencia:

si no te conozco, no he vivido;

si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.