Como el buen nadador no lucha
con el agua. Extiende un brazo y crece
en ese gesto
y luego
trae el agua hacia sí
batiendo con los pies sin casi hacer espuma
y luego el otro el brazo
en una entrega
parecida al amor
– sin ninguna tensión y con todos
los músculos
activos
sin embargo –.
Escuchando en el agua lo que en el cuerpo
es agua. Naciéndose
en el agua.
Nadándose a sí mismo.
*con fotografía de André Kertész. Hace unas semanas que he empezado otra vez a nadar. Casi había olvidado lo agradable que es flotar, ver bajo el agua (todo el azul, las burbujas, los movimientos de los demás nadadores...); escucharse respirar y el corazón... Sé que seguramente ahora mi estilo deja bastante que desear, pero no importa. Mientras yo nado en la piscina mi niña nada en mi barriga y es muy bonito (juré que me mordería la mano antes de volver a escribir "bonito" en este blog, pero no lo he podido evitar) pensar en ese círculo. Las dos naciéndonos en el agua. Las dos nadándonos a nosotras mismas.
4 comentarios:
Pese al adjetivo "bonito" (que a veces tan injustamente desterramos de aquello que queremos escribir bellamente y de verdad con la última célula de lo que nos constituye), francamente me cuesta ver dónde comienza y dónde finaliza el poema en esta entrada: puede que compience con Ada Salas, pero termina, definitivamente, en el punto final del texto de la administradora del blog.
Gracias.
M. (la que le recomendó que pusiera el nombre de los traductores hace ya muchas semanas).
muchas gracias :)
si te pasas por aquí de vez en cuando habrás visto que sigo tu (buen) consejo
un saludo y muchas gracias otra vez
¡Las matriuskas acuáticas...¡
¡Qué envidia¡ Enhorabuena Carmen,
te recomiendo el poemario "Verbo madre" de Ana Istarú, y en especial el poema "Despedida".
Afectuosamente, Iñaki.
muchas gracias iñaki!!! por las felicitaciones y por la recomendación :)(¡lo buscaré!)
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