martes, 31 de enero de 2012
lunes, 30 de enero de 2012
sábado, 28 de enero de 2012
viernes, 27 de enero de 2012
un poema de alfonso sastre

Han borrado mi nombre
Han borrado mi nombre
de todas las listas existentes.
En el Registro Civil debe de haber
algo como una sombre leve.
Pero a pesar de todo existo y ando
y consto por la fuerza
de mi sencillo nombre inscrito
en todas, todas, todas, todas las listas negras.
(Madrid, 13 de abril, 1971)
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jueves, 26 de enero de 2012
fragmentos de la prosa del transiberiano y de la pequeña jehanne de francia de blaise cendrars*

Yo era un adolescente en aaquel tiempo
Tenía apenas dieciséis años y ya no me acordaba de mi infancia
Estaba a dieciséis mil leguas del lugar de mi nacimiento
Estaba en Moscú, en la ciudad de los mil y tres campanarios y de las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil y tres torres
Porque mi adolescencia era entonces tan ardiente y tan loca
Que mi corazón, alternativamente, ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Al ponerse el sol.
Mis ojos iluminaban antiguos caminos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía ir hasta el fondo
Tenía apenas dieciséis años y ya no me acordaba de mi infancia
Estaba a dieciséis mil leguas del lugar de mi nacimiento
Estaba en Moscú, en la ciudad de los mil y tres campanarios y de las siete estaciones
Y no me bastaban las siete estaciones y las mil y tres torres
Porque mi adolescencia era entonces tan ardiente y tan loca
Que mi corazón, alternativamente, ardía como el templo de Efeso o como la Plaza Roja de Moscú
Al ponerse el sol.
Mis ojos iluminaban antiguos caminos.
Y yo era tan mal poeta
Que no sabía ir hasta el fondo
(...)
Y el sol era una llaga maligna que se abría como una brasa
Y el sol era una llaga maligna que se abría como una brasa
Yo era un adolescente en aquel tiempo
Tenía apenas dieciséis años y ya no me acordaba de mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería nutrirme de llamas
Y no me bastaban las torres y las estaciones que constelaban mis ojos
En Siberia tronaba el cañón, era la guerra
El hambre el frío la peste el cólera
Y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas
En todas las estaciones veía partir los últimos trenes
Ya nadie podía salir pues no se vendían más boletos
Y tanto hubieran deseado quedarse los soldados que partían...
Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorod.
Yo, el mal poeta que no quería ir a ningún lado, podía ir a cualquier parte
Tenía apenas dieciséis años y ya no me acordaba de mi nacimiento
Estaba en Moscú, donde quería nutrirme de llamas
Y no me bastaban las torres y las estaciones que constelaban mis ojos
En Siberia tronaba el cañón, era la guerra
El hambre el frío la peste el cólera
Y las aguas fangosas del Amor arrastraban millones de carroñas
En todas las estaciones veía partir los últimos trenes
Ya nadie podía salir pues no se vendían más boletos
Y tanto hubieran deseado quedarse los soldados que partían...
Un viejo monje me cantaba la leyenda de Novgorod.
Yo, el mal poeta que no quería ir a ningún lado, podía ir a cualquier parte
(...)
Los vidrios se han cubierto de escarcha
¡Se acabó el paisaje!
Y detrás, las llanuras siberianas el cielo a plomo y las grandes sombras de los Taciturnos que suben y descienden
Voy tendido sobre una manta
Abigarrada
Abigarrada
Como mi vida
Y mi vida no me abriga más que esta manta
Escocesa
Y Europa entera entrevista en el paragolpe de un expreso lanzado a todo vapor
Y mi vida no me abriga más que esta manta
Escocesa
Y Europa entera entrevista en el paragolpe de un expreso lanzado a todo vapor
(...)
Parábolas
La vía férrea es una nueva geometría
Siracusa
Arquímedes
Y los soldados que lo degüellan
Y las galeras
Y los barcos
Y las máquinas prodigiosas que él inventó
Y todas las matanzas
La historia antigua
La historia moderna
Los torbellinos
Los naufragios
Incluso el del Titanic que leí en el diario
Tantas imágenes-asociaciones que no puedo desarrollar en mis versos
Porque aún soy muy mal poeta Porque el universo me desborda
Porque descuidé asegurarme contra los accidentes ferroviarios
Y orque no sé ir hasta el fondo
Y tengo miedo
*la traducción es de Enrique Molina. La imagen es un fragmento de la edición original de la obra, concebida como "el primer libro simultáneo" y realizada por Sonia Delaunay.
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miércoles, 25 de enero de 2012
lunes, 23 de enero de 2012
dos fragmentos de orient express, de john dos passos

Hace algunos años solíamos soñar con un diáfano viento originado en Asia que barriera de nuestras ciudades esas Cosas que se han erigido en nuestros dioses -las chucherías, los jarrones, las tiras de papel impreso, los rieles de cortinas o los artículos fabricados en serie-, esa remilgada posesión de cachivaches, responsable de las diferencias entre ricos y pobres, que constituye la única recompensa otorgada por nuestra civiliación y la razón final por la que luchamos hasta consumir el cuerpo y la mente. Así pues, ese bípedo erecto y desnudo que en su origen era el hombre, ha pasado a convertirse en una especie de cangrejo ermitaño incapaz de sobrevivir sin su caparazón, consistente en una densa amalgama de esmóquines, limusinas, coladores, cupones canjeables, batidores de huevos y máquinas de coser; en suma, cuanto más densa es esa coraza, menos autosuficiente es el individuo y más probabilidades tiene, en cambio, de alzanzar la consideración de hombre rico y poderoso.
(...)
Pero el sol de nuestra generación ha estallado en mil pedazos y su quebrada luz llamea en bandas de inquietantes colores. Sube al tren, en Florida están vendiendo la felicidad en parcelas de un acre. Así pues, debemos continuar viajando a través de los continentes, ensordecidos siempre por el estruendo de las ruedas y por el rugido del motor de los aviones, para revolcarnos en todos los mares con el olor del aceite recalentado en la nariz y el latido de las máquinas en la sangre. Y de toda esa Babel de ciudades apiladas unas sobre otras y de continentes sobre continentes, de ese mundo exprimido hasta la última gota o estirado a nuestro antojo, elástico como una pelota de goma nueva, ¿qué sacaremos en limpio? Paz, desde luego, no. Ésa es la razón por lo que en esta época de gigantescas máquinas y hombres de mente escurridiza es imprescindible contar con un poco de música. Necesitamos que los hijos de Homero hagan resonar el tumultuoso aullido del mundo a un ritmo más humano, ayudándonos así a superar el miedo.
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