XXIV
Aquí terminan las labores del mar, las labores del amor.
Aquellos que alguna vez vivirán aquí donde hemos terminado
si acaso la sangre se vuelve negra en su memoria y se rebalsa
que no nos olviden, fatigadas almas entre los asfódelos,
que vuelvan hacias las tinieblas las cabezas de las víctimas:
Nosotros que nada tuvimos les enseñaremos la calma
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