jueves, 15 de diciembre de 2011

fragmentos de escribir (una antología) de henry david thoreau



Los acontecimientos no tienen una importancia abstracta y absoluta, sino que sólo conciernen en cuanto se refieren a un hombre. La biografía de un hombre que ha pasado sus días en una biblioteca puede ser tan interesante como las campañas peninsulares. Las memorias de Gibbon lo demuestran. A mi juicio, viaja tan lejos cuando coge un libro del estante como si fuera a los túmulos de Asia. Con que el lisiado me contara con qué hombría se gira en su silla, mira a la ventana sur, y luego al norte, y al final mira al fuego, resultaría tan bueno como un viaje por el continente o las praderas, porque yo mido la distancia hacia el interior y no hacia el exterior. En el perímetro de las costillas de un hombre hay espacio y lugar suficiente para cualquier biografía.

(9 de noviembre de 1840, 1981: 196)


Mi vida ha sido el poema que hubiera querido escribir, pero no he podido vivir y pronunciarlo a la vez.

(1849: 343)


Hay muchos objetos que no se ven, aunque estén al alcance de nuestro radio visual, porque no se hallan al alcance de nuestro radio intelectual, es decir, no los buscamos. Así, en el sentido más amplio, sólo descubrimos el mundo que buscamos.

(2 de julio de 1857, 1906: IX: 466)


¡Cuánto se ha escrito sobre la naturaleza según la ha descrito alguien, qué poco sobre la naturaleza según es y, sobre todo, nos concierne, es decir, cuánta prosa, qué poca poesía!

(6 de octubre de 1857, 1906: X: 69)


Hay muchas palabras que son genuinas e indígenas y tienen su raíz en nuestra naturaleza, no creadas por escolares y comprendidas tanto por los analfabetos como por los demás. También hay muchas palabras que son espurias y artificiales, y que sólo pueden usarse en el mal sentido, ya que aquello que significan no es hermoso y sustancial, como "iglesia", "magistratura", "destituir", etcétera. Quienes las usan no pisan tierra firme. En vano intentamos conservarlas uniéndoles otras palabras, como "la verdadera iglesia", etcétera. Es como si se remolcara con una canoa un barco que se hunde.

(1 de enero de 1858, 1906: X: 233)


De la literatura solamente nos atrae lo salvaje. Mediocridad no es más que otro nombre para la docilidad. Lo libre e incivilizado, el pensamiento salvaje de Hamlet y la Ilíada, de todas las escrituras y mitologías, no aprendido en las escuelas, es lo que nos deleita. Tal como el pato salvaje es más bello y veloz que el doméstico, así es el pensamiento salvaje, como el ánade real que con un golpe de ala se eleva entre el rocío, más allá de las marismas. Un libro verdaderamente bueno es algo tan natural, tan inesperada e indescriptiblemente hermoso y perfecto como la flor silvestre descubierta en las junglas del este o en los prados del oeste. El genio es una luz que hace visible la oscuridad, como ese resplandor del relámpago que tal vez haga temblar el templo mismo del conocimiento, y no una cerilla encendida en el hogar de la raza, que palidece ante la luz del día.

(1862: 119)


Un estado de ánimo prosaico jamás ha conseguido nada notable. Los héroes y descubridores han hallado verdadero mucho más de lo que se creía previamente, y para ello han tenido que esperar y soñar algo más que sus contemporáneos o que ellos mismos, esto es, han tenido que estar dispuestos a contemplar la verdad. Según los criterio del mundo, siemre han sido unos locos.

(1865: 95)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

estupendo post!!
:)

Gracias

Ana C.

carmen beltrán falces dijo...

muchas gracias ana c.!

con esas mimbres (el libro es estupendo de verdad) difícil hacer un mal cesto :)

soperos dijo...

pero la selección ya da una idea de un maravilloso escritor.

me traigo un cachito para sopa...

gracias, carmen!

pepe

citizenkant dijo...

«El artista presenta al mundo una condición particular». Esta condición particular no es la de «¡Oh! El artista es más inteligente que los otros. O más creativo. O el artista está más loco». Sí; algo de eso habría, disperso y en desigual cantidad entre quienes se consideran artistas. Ahora la condición más curiosa de quien produce Arte no es ni la creatividad, ni la inteligencia, ni la locura. La condición más particular de un artista es «una alta tolerancia frente a lo que casi todos consideran siniestro». Alta tolerancia al dolor. Alta tolerancia a la desdicha. El artista «suele» ser desdichado. Ahora pues, nadie desea ser desdichado. Y como en general nadie se desea la desdicha, pues en general son pocos los artistas.

pd: mi verificación de palabra al comentar ha sido "elystriz".

carmen beltrán falces dijo...

gracias pepe! :)

carmen beltrán falces dijo...

sí, citizenkant, algo parecido a eso apunta él en el último fragmento que he colgado; ese tener "que esperar y soñar algo más que sus contemporáneos o que ellos mismos, esto es, han tenido que estar dispuestos a contemplar la verdad" implica algún desgarro o herida extra, seguro

gracias por pasarte por aquí