miércoles, 8 de octubre de 2008

un poema de joan margarit

Recuento Una farola rota y apagada. Su cometido no es iluminar la acera, sino ser ese poste de hierro puesto en pie en la oscuridad. En la calle, quemado, hay un contenedor negruzco, roto, corrompido el plàstico. Él mismo es, también, retorcido y volcado, un desperdicio. Nuestra hija es la angustia por el paso del tiempo que, despacio, va helándonos la vida. Ahora su objetivo no es amar ni ser amada, sino ser el polvo de una materia gris y sin sentido. Todo pierde su frágil misión. Y, mira, amor, nada me importa el nombre que acabemos por darle a todo esto: de ahí es de donde viene nuestra fuerza. Esta parte de mí que te es desconocida, la del dolor desordenado y frío, la que más te repugna, es la que ha estado siempre junto a ti, la que, sin condiciones, más te ha amado.

3 comentarios:

Jenny jirones dijo...

Yo también pensaba subir un poema de Margarit... suelo pasar un poco de quién gana qué premio, pero leer la noticia hoy en el periódico me alegró el día.
Un besín muy grande, guapa.

Dylan Forrester dijo...

Buena poética.
Interesante blog.

Saludos...

Adriana Bañares dijo...

a mí también me lo ha alegrado. Esto sí es poesía.