


la estrella fugaz, el fin de año, la ceniza del cigarrillo formando un triángulo rojo y puntiagudo, los palitos que se cuelan en las bolsas de pipas, las pestañas que se caen y que uno se encuentra en las mejillas de los amigos, las matrículas de los coches con todos sus números iguales (o capicúas, que esto es a gustos), las velas de la tarta de cumpleaños..., son excusas para recordarnos que tenemos deseos (o sueños; permitidme que escape hoy de los matices) y que incluso existe la posibilidad de que se cumplan
y eso está bien, porque los deseos siempre nos sostienen (igual que levantar la vista, enderezarse, creerse que las cosas buenas también tienen que pasar y trabajar por ello)
mis deseos, desde que tengo uso de razón, siempre han tenido que ver con los afectos en positivo y en estas circunstancias no serán distintos porque sé que los afectos lo contienen todo, que conforman un buen mapa, una buena guía también (y sobre todo) en estos tiempos raros
así pues, este pequeño acantilado y quien lo cuida desean que todos los que estáis ahí (al otro lado pero cerca)tengáis un muy feliz 2011
y que sigáis ahí (por favor)