domingo, 2 de mayo de 2010

en el laberinto 8


en marsella el mar no es para tanto, la luz sí, el fuego no sé

me he acordado de el extranjero de camus porque imagino argel como algunas calles que andamos en marsella

en un momento dice lo que importaba era una posibilidad de evasión, un salto fuera del implacable rito, una loca carrera que ofreciese todas las vías de esperanza. Por supuesto, la esperanza era ser abatido en la esquina de una calle, en plena huida, de un tiro al vuelo. Pero, considerándolo bien, nada me permitía ese lujo, todo me lo negaba, y volvía a ser presa de la mecánica

(me parece una maravillosa poética)

me acuerdo ahora de jesús lizano cuando escribe El pan es curvo/y la metralla recta

y es un hallazgo precioso aunque ahora yo ya sepa que la metralla que nos persigue es curva
y que el camino al pan es bien recto


y que la poesía es la metralla y no el pan

y que el amor es la metralla y no el pan

¿y qué nos han dado las dos cosas? algunos buenos amigos

por lo demás, todo es tan pequeñito y tan triste que no conviene ni referirse a ello

niños tristes
niños morenos tristes (los rubios no lo son)
niños que se escuchan el corazón cuando se quedan solos
niños a los que su corazón les da miedo
niños que adoran lo mecánico porque es lo único que les salva
niños que sienten que están siempre a punto de morir
niños que saben más de lo que les gustaría

(ayer no quise quedarme sola por miedo a escucharme el corazón)

niños así había en el argel de camus y también en marsella y también en la casa de agustín y josé antonio y también en el tren que nos devolvió a casa (me suele resultar sencillo reconocer a esos niños, como un tigre que reconoce a otro tigre)

a nuestra casa que es también vuestra

(cuanto más me doy más sola me siento...¿será porque me abandono?)

dijo cioran que el deber de un hombre solo es estar aún más solo

¿es el deber, es el destino o es la maldición?


no sé

qué bello el silencio estos días

qué bello que se sucedan la luz y la sombra con tanta naturalidad, casi como andar en bici bajo una arboleda y que la velocidad y la mecánica no te dejen apenas sentir que el sol algunas veces acierta a darnos pero que otras veces no

cuánta belleza hay en la lógica de las cosas y aún más en pervertirla (como cuando anteayer los pájaros despistados piaban de noche porque la luna llena parecía un sol enfermo o como cuando esta mañana me ha amargado la boca justo después de tocar alcachofas frescas)

Y da a tu decir sentido: / dale sombra, escribió paul celan

qué poco importan las palabras a veces, sobre todo las palabras bellas (podéis ahorrároslas conmigo)


tocadme, besadme, corregidme, hacedme reir: eso basta


desconfío de los elogios tanto como de los cobardes