jueves, 31 de marzo de 2011

deux de mes poémes* traduit en français (y un poco de marsella y lyon)







Va a hacer un año que Enrique y yo estuvimos leyendo en la Universidad de Lyon. Veníamos de Marsella. Allí dormimos en casa de una señora muy simpática en una calle en cuesta llamada Boulevard Tèllene. Bajando te encontrabas, en este orden, con un mercadillo permanente de barrio (volví muy fan de esa costumbre francesa de no tirar nada y de intercambiar todo; el futuro será así o no será), con esta pastelería tan bonita (aunque las dichosas navettes fueron lo único que comimos que no nos encantó) y con el mar. Desayunamos mermeladas y quesos caseros, nos reímos muchísimo, caminamos sin prisa. Enrique se enamoró del pastis. Yo también. Pocas cosas tan agradables como ese suave cosquilleo que producen las bebidas dulces al tomarse al sol. Yo bebía también a veces un vino blanco de la provenza (con muy mala fama entre los entendidos pero que a mí me sabía muy bueno) con un chorrito de licor de naranja. Metimos los pies en el mar. Comimos pescado y casquería. Probamos la cassoulet de pato (uno de los platos más ricos que he comido nunca). No se me ocurrió apuntar nada en una libreta porque nunca lo hago (confío mucho en mi memoria y aún más en sus curiosas selecciones y asociaciones; así me va, por otro lado, perdiendo el norte mínimo un par de veces al mes) y todavía no he descargado todas las fotos del móvil, así que os vais a ahorrar un montón de datos irrelevantes. Sí que me he preocupado de buscar cómo se llama el sitio en el que probamos ese invento maravilloso y... ¡voilá! est ici: Restaurant La Garbure (muy bonito y bebimos cognac y Topo y Mireia se llevaron la botella a casa para hacerse un jarrón). Recuerdo que se nos hizo muy tarde en Cours Julien. Recuerdo que cuando volvíamos para nuestro hogar temporal vi una rata gigante saltando entre dos cajas de cartón. Recuerdo que en ese preciso instante íbamos hablando de Jules Pascin. Recuerdo que el domingo por la mañana en el mercado de pescado vi estrellas de mar vivas en varios puestos; y que en uno de ellos, una sola se retorcía al sol y que esa imagen me turbó. Recuerdo el ambiente de Cours Belsunce y de sus perpendiculares hasta el Boulevard Dugommier (del África negra hasta un punto; magrebí a partir de ese punto; hace poquito recordaba que magreb significa occidente en árabe). También me viene a la mente la luz blanca de la ciudad y la cerveza La Cagole (que vendría a ser algo así como "la choni" en dialecto marsellés; buenísima, perfecta con patés de olivas, de almendras y de peces varios). De ahí fuimos a Lyon. Mireia y Topo (nuestros anfitriones) llevan muchos años viviendo allí. Antes estuvieron en Clermont Ferrand. Viven cerca del Institut Lumiere y disfrutan mucho de él y de los ciclos de cine que organizan. Es curioso cómo se articula el mundo. Ellos dos adoran el cine y han acabado viviendo (sin pretenderlo) en el mismo barrio en que vivieron los inventores del cinematógrafo. Va a ser cierto que siempre decidimos aunque no lo sepamos. Frente a la parada en la que cogen el tranvía estaba aparcada una furgoneta llena de bolsas llenas de colillas de cigarrillos del bar insumiso a la ley del tabaco de Lyon, el café 203. No recuerdo nombres de calles. Me pasa en los sitios en los que tengo guía. Pero sí de algunos de los barrios. Recuerdo que subimos a la Fourvière a ver las ruinas grecorromanas y la basílica. Hacía sol y calor, los zapatos me hicieron rozadura y tuve que entrar a comprarme tiritas en una farmacia (no recuerdo cómo me dijeron que se decía tirita en francés). Recuerdo a los chavales de un instituto que había al lado almorzando en las ruinas, extendidos sobre las piedras como lagartijas. Recuerdo que andamos mucho por el centro de la ciudad (la Presqu´ile), ordenada y elegante como uno espera del mundo civilizado (aunque Chirbes sostiene en Mediterráneos que "lo mediterráneo" en Francia, no en el mejor sentido de la palabra, empieza en Lyon). Comimos salchichón asado, quenelles, ensalada de lentejas verdes y más cosas ricas que no recuerdo en un bouchon. Bebimos vino beaujolais nouveau como si se fuera a acabar el mundo. Probamos la cerveza de primavera. Comimos quesos. Muchos. Distintos. Muy buenos. Subimos al barrio de la Croix-Rousse, el antiguo barrio de los canuts (o trabajadores de la seda) y bajamos atravesando patios de vecinos. Había varias cuadrillas de redskins jugando a petanca (que es un invento occitano) en cada plaza. Estuvimos en el Museo de Bellas Artes y nos encantó (precioso el jardín interior y maravillosos los frescos del edificio de Puvis de Chavannes, que ciertamente parecían la puerta de entrada a otros mundos). El barrio del Vieux Lyon de bonito nos pareció casi de mentira (nos sucedió algo parecido cuando estuvimos en Salamanca al volver de Oporto). Una de las cosas que se visita son los patios interiores de las antiguas casas nobles que hoy ya no lo son, y tiene su gracia andar colándose por los portales aunque algún perro te dé un susto. Compramos vinos blancos viejos para mi hermano. Cenamos en la terraza de la casa de Topo y Mireia. Paseamos por su barrio. Antes leímos en la universidad y la gente fue muy amable con nosotros y estudiantes de español encantadores que pillaban los chistes de Enrique y se morían de la risa y decían mon dieu, mon dieu muchas veces, nos invitaron a unos vinos. Para la lectura Mireia (Mireia Alonso Ribeiro, que publicó un estupendo poemario con Ediciones de 4 de Agosto en el verano del 2007, titulado "La moqueta roja") tradujo algunos poemas de Enrique y míos al francés (ahora anda corrigiendo las pruebas de imprenta de una antología de poemas de la condesa Anna de Noailles que ha preparado para Torremozas). De esto hace casi un año. Y justo antes pasó todo lo que os he contado. Justo después estuvimos en Barcelona en casa de Agustín y José Antonio, con Juan, Isabel y Alberto y un montón de caracoles (Agustín y José Antonio tienen un criadero). Juan e Isabel leían en Nostromo (un sitio estupendo en el que hicieron un recital estupendo). Dormimos en una casa en medio del monte. No había ruidos y se veían las estrellas. Creo recordar que fui bastante feliz y que la primavera merecía plenamente su nombre, sus adjetivos y sus tópicos. El sol me quemó la punta de la nariz y los hombros y los bichos me picaron. Me encendí. Respiré raro y mal, como siempre por estas fechas. Me entraron ganas de no hacer nada y de salir corriendo con los ojos cerrados hacia quién sabe dónde. Hay algo que me abruma y me angustia en despedirme del invierno, aunque el olor de la calle esta mañana al salir de casa me ha hecho sentir especialmente bien (y olía exactamente a eso, al frío huyendo a otros lugares). Justo hace un año escuché por primera vez mis poemas en otro idioma. Y fue verdaderamente bonito y quería compartirlo con vosotros. Los poemas me llegaron el lunes. Me llegaron unos cuantos; he escogido estos dos porque uno le gusta mucho a la traductora y el otro me gusta mucho a mí. Es bonito ver cómo cada cosa contiene otras muchas (cada uno de estos poemas guardan así la idea primera, el recuerdo de un viaje, quien lo leyó y me lo dijo, quien me hizo el precioso favor de hacerlo comprensible en otra lengua, un golpe de ánimo repentino, aire fresco hoy, quién sabe qué mañana). Me consuela ver cómo todo lo que nos va sucediendo va tejiendo una red muy compleja casi casi irrompible. Los lugares, los poemas, las personas. A veces parece incluso que las cosas tienen sentido.

III

écrire

le besoin de partager

ce qui n’intéresse peut-être personne

ce sentiment d’être accompagné

dans la solitude la plus complète

exposé absurdement

exposé

cette maladie

s’accrocher au papier blanc

comme s’il était

l’unique alternative

à la mort

comme si la trace qu’on laisse en lui

était plus que nous-mêmes


III

escribir

esta necesidad de compartir

lo que quizá a nadie interesa

este sentirse acompañado

desde la soledad más absoluta

expuesto absurdamente

expuesto

esta enfermedad

este aferrarse al papel en blanco

como si fuera

la única alternativa

a la muerte

como si el rastro que en él dejamos

fuera más que nosotros mismos


*


contre héraclite

rien ne change

la même envie de te voir

la même envie de te toucher

la certitude de ce qui n’aura pas lieu



contra heráclito

nada cambia

las mismas ganas de verte

las mismas ganas de tocarte

la certeza de que no sucederá


*incluidos en mi "cuaderno de sal"


lunes, 28 de marzo de 2011

"sisyphus" de jankovics marcell con fragmentos de "el mito de sísifo" de albert camus





Se ha comprendido ya que Sísifo es el héroe absurdo. Lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio a los dioses, su odio a la muerte y su pasión por la vida le valieron ese suplicio indecible en el que todo el ser dedica a no acabar nada. Es el precio que hay que pagar por las pasiones de esta tierra (...) Un rostro que sufre tan cerca de las piedras es ya él mismo piedra (...) Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia. En cada uno de los instantes en que abandona las cimas y se hunde poco a poco en las guaridas de los dioses, es superior a su destino. Es más fuerte que su roca. Si este mito es trágico lo es porque su protagonista tiene conciencia. ¿En qué consistiría, en efecto, su castigo, si a cada paso le sostuviera la esperanza de conseguir su própósito? El obrero actual trabaja durante todos los días de su vida en las mismas tareas y no es menos absurdo ese destino. Pero no es trágico sino en los raros momentos en los que se hace consciente. Sísifo, proletario de los dioses, impotente y rebelde, conoce toda la magnitud de su condición miserable: en ella piensa durante su descenso. La clarividencia que debía constituir su tormento consuma al mismo tiempo su victoria. No hay destino que no venza con su desprecio. (...) Toda la alegría silenciosa de Sísifo consiste en eso. Su destino le pertenece. Su roca es su cosa. Del mismo modo que el hombre absurdo, cuando contempla su tormento hace callar todos los ídolos. (...) Cada uno de los granos de esta piedra, cada trozo mineral de esta montaña llena de oscuridad forma por sí solo un mundo. El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre. Hay que imaginarse a Sísifo dichoso.



viernes, 25 de marzo de 2011

un poema de adam zagajewski*




Senza Flash


Senza flash!
«Sin flash!»
(exclamación que se oye a menudo en las galerías italianas)

Sin llama, sin noches de insomnio, sin ardor,
sin lágrimas, sin grandes pasiones, sin convencimiento.
Viviremos así: senza flash.

Queda y pausadamente, dócilmente, entre sueños,
las manos manchadas con la tinta negra de los diarios,
las caras grasientas de crema: senza flash.

Turistas sonrientes, camisas impecables,
Herr Lange y Miss Fee, Monsieur et Madame Rien
entrarán en el museo: senza flash.

Se detendrán ante el cuadro de Piero della Francesca, donde
Cristo, casi enajenado, surge de la tumba,
resucitado, libre: senza flash.

Quizás ocurra entonces algún hecho imprevisto:
se agite el corazón bajo el tejido suave,
se haga el silencio, destelle el flash.

*caricaturizado por david levine (más ilustraciones suyas pinchando aquí)

jueves, 24 de marzo de 2011

y este sábado...

... presentamos Beatitud. A las 21:00. En el Riff (C/ Carnicerías 7). Venid.

martes, 22 de marzo de 2011

un poema de izet sarajlic




Teoría de la distancia “del lunes se debe hablar el lunes…”


La teoría de la distancia fue inventada por los eternos rezagados,
los que nunca arriesgan nada.

Yo soy de aquellos que consideran
que el lunes se debe hablar el lunes; el martes podría ser ya
demasiado tarde.

Naturalmente, es difícil escribir poesía en el sótano
mientras arriba vuelan las granadas.

Hay algo más difícil aún:
no escribirla.


sábado, 19 de marzo de 2011

y este lunes, al cine con la universidad popular (y conmigo*!)


Este lunes 21 de marzo, tal y como anuncia la web de la Universidad Popular de Logroño, tendrá lugar la próxima cita de las proyecciones de cine organizadas por la UPL en colaboración con la Asociación Con Dos Bemoles. La película elegida en esta ocasión es EN TIERRA DE NADIE, (Bosnia y Herzegovina 2001, 98 minutos), de Danis Tanovic. Cuenta la historia de dos soldados, uno bosnio y otro serbio, que se encuentran atrapados entre las líneas enemigas, en tierra de nadie, durante la guerra de Bosnia de 1993. A partir de ahí el director, revistiéndolo de comedia negra, lanza un potente mensaje antibelicista y de crítica al tratamiento de la guerra por parte de los medios de comunicación y a la hipocresía y a la doble moral de las grandes organizaciones internacionales (la ONU en este caso). Obtuvo, entre otros, los siguientes premios: el Óscar a la mejor película de habla no inglesa 2001; el Premio del Festival de Cannes al mejor guión 2001; César a la mejor ópera prima 2001; mejor guionista en los Premios del Cine Europeo 2001; Premio del público en el Festival de San Sebastián 2001 y Globo de Oro a la mejor película en lengua no inglesa 2002. Podéis ver el tráiler en inglés pinchando aquí.


*La presentación y el coloquio correrán a cargo de quien escribe estas líneas y estaré encantada de que me acompañéis (y de que me preguntéis y comentéis cosas, que para eso me he puesto casi casi a estudiar)

Lunes 21 de marzo.

Cines Moderno. 19,30 h.

Precio: 4 €.

miércoles, 16 de marzo de 2011

y este viernes...

Este viernes 18 de marzo a partir de la 20 horas en el Instituto Riojano de la Juventud (C/ Muro de la Mata 8, Logroño) tendrá lugar la presentación de Lengua de Mapa (PUZ, 2010), el cuarto poemario de la escritora Almudena Vidorreta Torres. La misma correrá a cargo de quien escribe estas líneas, que está feliz con la tarea que se le ha encomendado y que se ve en posición de asegurar que todos los amantes de la (buena) poesía disfrutarán un rato largo si se animan a acudir al acto. Para muestra, este poema:

Y AMARNOS LOS DOS COMO SALVAJES:

yo, lengua de mapa,

y tú, el único camino de la tierra.

La felicidad es horizontal

y está casi siempre a tu lado.

viernes, 11 de marzo de 2011

un poema de linda pastan (y al hilo, uno de dylan thomas)



Entra dócilmente*


Te han crecido alas de dolor

y te agitas en la cama como una gaviota herida

pidiendo agua, té, uvas

cuyas pieles no puedes mascar.

¿Recuerdas cuando me enseñaste

a nadar? Suelta, dijiste,

el lago te sostendrá.

Ansío decir, suelta Padre

que la muerte te sostendrá.

Afuera el otoño prosigue sin nosotros.

Con qué facilidad ceden las hojas,

las oigo en el último soplo de aire,

dejando atrás este lugar que desaparece.

*Copio de Siete poetas norteamericanas actuales, Editorial Pamiela, 1980: referencia el poema de Dylan Thomas Do Not Go Gentle into That Goodnight ("No entres dócilmente en esa noche quieta"**) en el que el poeta increpa a su padre moribundo para que no se entregue a la muerte y luche "contra la agonía de la luz"; según la traducción de Elisabeth Azcona Cranwell; Ediciones Corregidor, Buenos Aires, 1974.

**


No entres dócilmente en esa noche quieta.
La vejez debería delirar y arder cuando se cierra el día;
Rabia, rabia, contra la agonía de la luz.
Aunque los sabios al morir
entiendan que la tiniebla es justa,
porque sus palabras no ensartaron relámpagos
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los buenos, que tras la última inquietud lloran
por ese brillo con que sus actos frágiles
pudieron danzar en una bahía verde rabian,
rabian contra la agonía de la luz.
Los locos que atraparon y cantaron al sol
en su carrera y aprenden, ya muy tarde,
que llenaron de pena su camino
no entran dócilmente en esa noche quieta.
Los solemnes, cercanos a la muerte,
que ven con mirada deslumbrante cuánto
los ojos ciegos pudieron alegrarse
y arder como meteoros rabian,
rabian contra la agonía de la luz.
Y tú mi padre, allí, en tu triste apogeo maldice,
bendice, que yo ahora imploro
con la vehemencia de tus lágrimas.
No entres dócilmente en esa noche quieta.
Rabia, rabia contra la agonía de la luz.

miércoles, 9 de marzo de 2011

un poema de giuseppe ungaretti





Estoy enfermo

La melancolía
me macera
La poesía
me sangra
el cuerpo desangrado


lunes, 7 de marzo de 2011

un poema de adrienne rich



Para el expediente



Las nubes y las estrellas no libraron esta guerra
los arroyos no informaron a nadie
si las montañas arrojaron piedras de fuego al río
fue sin tomar partido
la gota de agua que se balanceaba levemente bajo la hoja
no tenía opinión política

y si aquí o allí una casa
se inundó de aguas residuales
o envenenó a los que allí vivían
con lentas humaredas, durante años
las casas no estuvieron en guerra
ni los edificios tapiados

quisieron negar cobijo
a las ancianas sin techo o a los niños vagabundos
no siguieron la política de hacerlos errar
o morir, no, las ciudades no fueron el problema
los puentes no eran partidistas
las autopistas ardieron, pero no con odio

Incluso los kilómetros de alambrada
tendida que oprimía los barracones temporales
diseñados para mantener a los indeseables
a distancia segura, fuera de la vista
incluso los tablones que tuvieron que absorber
año tras año, tantos sonidos humanos

tanta profundidad de vómito, lágrimas
sangre que calaba lentamente
no se ofrecieron a esto
Los árboles no se prestaron a que los cortaran en tablones
ni las espinas a desgarrar carne
Mira a tu alrededor

y pregunta de quién es la firma
impresa en las órdenes, trazada
en la esquina de los planos de construcción
Pregunta dónde estaban los analfabetos, las mujeres
barrigonas, los borrachos y los locos,
aquéllos a los que temes más que a nada: pregunta dónde estabas tú.


viernes, 4 de marzo de 2011

un fragmento de "las ciudades invisibles" de ítalo calvino


-El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio*. *y me gusta pensar que estamos en lo segundo