lunes, 6 de septiembre de 2010

un poema de bernardo atxaga


El erizo

El erizo despierta al fin en su nido de hojas secas,
y acuden a su memoria todas las palabras de su lengua,
que, contando los versos, son poco más o menos veintisiete.

Luego piensa: El invierno ha terminado,
Soy un erizo, dos águilas vuelan sobre mí;
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?
Ahí está el río, Es mi territorio, Tengo hambre.

Y vuelve a pensar: Es mi territorio, Tengo hambre,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
¿En qué parte de la montaña os escondéis?

Sin embargo, permanece quieto, como una hoja seca más,
porque aún es mediodía, y una antigua ley
le prohíbe las águilas, el sol y los cielos azules.

Pero anochece, desaparecen las águilas, y el erizo,
Rana, Caracol, Araña, Gusano, Insecto,
Desecha el río y sube por la falda de la montaña,
tan seguro de sus púas como pudo estarlo
un guerrero de su escudo, en Esparta o en Corinto;

Y de pronto atraviesa el límite, la línea
que separa la tierra y la hierba de la nueva carretera,
de un sólo paso entra en tu tiempo y el mío;
Y como su diccionario universal
no ha sido corregido ni aumentado
en estos últimos siete mil años,
no reconoce las luces de nuestro automóvil,
y ni siquiera se da cuenta de que va a morir.

2 comentarios:

  1. la verdad es que sí

    esta, también de atxaga, (que la cantaba loquillo y daba gloria oírlo) de propina:


    La vida que yo veo

    La vida que yo veo
    anhela los extremos confines,
    el Desierto, la Selva, y nada más.

    Veo que Setiembre,
    el de los Rojos Helechales,
    deplora su materia;
    que hubiera preferido ser
    sólo Nieve, Inmensidad y Lobos.

    Veo que el Sol
    sueña con la pura Luz,
    y que la Noche
    añora los tiempos primordiales,
    cuando todo era noche.

    Miro también a mi corazón,
    y descubro que sus deseos
    se resumen, desgraciadamente,
    en dos palabras:
    la palabra Siempre,
    la palabra Nunca.

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