martes, 25 de septiembre de 2012
lunes, 24 de septiembre de 2012
un fragmento de morfina, de mijaíl bulgákov
Ana K. se ha convertido en mi esposa secreta. No podía ser de otra manera. Estamos encerrados en una isla desierta.
La nieve ha cambiado de aspecto y se ha vuelto, al parecer, más gris. Ya no hace aquel frío terrible, pero de tiempo en tiempo aún se desencadenan tormentas de nieve...
El primer minuto: una sensación de que algo roza el cuello. Ese roce se vuelve cálido y se extiende. En el segundo minuto una onda fría atraviesa repentinamente la cavidad estomacal e inmediatamente después comienza una extraordinaria lucidez en las ideas y se produce un estallido en la capacidad de trabajo. Todas las sensaciones desagradables desaparecen. Es el punto más alto de la expresión de la fuerza espiritual del hombre. Si yo no estuviera maleado por mi formación de médico, afirmaría que normalmente el ser humano sólo puede trabajar después de una inyección de morfina. En realidad: ¡para qué sirve el ser humano, si la más insignificante neuralgia puede hacerle perder completamente el equilibrio espiritual!
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citas,
los que saben,
mijaíl bulgákov
miércoles, 12 de septiembre de 2012
un poema de kutxi romero*
Bendita la rama
Mi hijo
casi nunca
me llama papá.
Casi nunca.
Él sabe
que a los papás
les gusta el fútbol,
tomar copas con los amigotes
y quedarse en la cama
hasta tarde
los domingos.
Sabe que los papás,
en general,
no llevan el cuerpo
infectado de tinta
ni tienen la música puesta
a un volumen molesto
todo el santo día.
Sabe que los papás
bautizan a sus hijos
y más tarde
les preparan
primeras comuniones,
sin dejarles muy claro
todo el asunto de Dios, el infierno
y la Santísima Trinidad.
Mi hijo piensa
que los papás son serios,
intransigentes
y que,
la mayoría de las veces,
están tristes.
Él ha visto
como los papás
castigan,
enderezan,
adoctrinan,
aconsejan.
Hijo mío,
no sabes lo que me gusta que,
para ti,
yo no sea papá
y que tan sólo
sea
el Kutxi.
*incluido en Bruce Willis es zurdo, número 99 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 13 de septiembre en la Biblioteca de La Rioja a partir de las 20 horas, dentro del VIII Agosto Clandestino. Ese mismo día se presentará también el número 100 de la misma colección (más información pinchando aquí, aquí y en próximas entregas)
miércoles, 5 de septiembre de 2012
un poema de raquel lanseros*
El hombre que espera
Una vez más remueve
el poso del café la cucharilla triste.
Diez dedos bailotean en la mesa del bar
un tango a media luz con el olvido.
Está solo, cansado,
sentado entre una multitud ajena
que lo mira sin verlo.
Un anillo de oro gastado por los años
es el único rastro de brillo que le queda.
La pasión una vez le estalló entre las manos.
Y perdió la esperanza en los abismos
de un corazón humano.
No hay desdicha que le haya sido ajena.
No existe humillación que desconozca.
Es por eso que sabe hablar de amor.
Es por eso que espera.
*incluido en Un sueño dentro de otro sueño, número 118 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 6 de septiembre en el IRJ a partir de las 20 horas, dentro del VIII (y extenso) Agosto Clandestino.
un poema de manuel vilas*
Amor
Una mañana Manuel Vilas sacó todo su dinero de los
bancos.
Fue a las cajas de ahorro, fue a las compañías de seguros,
vendió su coche, anuló su plan de pensiones,
se lo llevó todo en efectivo, un buen fajo de billetes
calientes.
Qué bien, dijo, qué fuerte,
y todos los empleados y los directores querían disuadirle
pero Vilas tenía unas ganas infinitas de pasarlo bien.
Y luego se fue a ver enfermos,
a ver emigrantes, incluso se fue a las cárceles.
Quería ser un santo espectacular, tenía esa marcha,
tenía esa gran ilusión.
Quería ser Cristo, Lenin, San Pablo,
quería ir más allá del orden, de la naturaleza y de la vida.
Recorrió la ciudad de Zaragoza repartiendo dinero.
En Conde de Aranda, dio mil euros a tres árabes,
que le besaron los pies, y las manos, y se arrodillaron. En el barrio de Delicias, en la calle Barcelona,
dio trescientos euros a una negra africana,
y ella quería comerle el sexo al buen Vilas,
pero Vilas dijo “no, nena, hoy soy un santo,
hoy soy San Vilas,
consérvate para tu marido, él te necesita,
y yo os bendigo; anda, nena, ve en paz”.
Y Vilas se echó a reír.
Fuego, qué fuego más grande,
y siguió repartiendo, a una vieja china
de un todo cien le dio seiscientos euros,
y la vieja le hizo una foto de diez millones de megapisels
y la amplió y la enmarco y la colgó
en mitad de su tienda con dos velas debajo.
A un vendedor de La Farola, ese periódico
de los pobres, le dio ochocientos euros.
Y el vendedor se echó a llorar y ardía
como una vela en mitad de las catedrales antiguas.
Vilas quería ser un santo, tenía esa marcha.
Toda la mañana y toda la tarde estuvo quemando su
dinero. Miró la atmósfera y se estaban abriendo los palacios
celestiales.
Estaba enamorado de sus semejantes.
Nunca vimos a nadie tan enamorado.
*incluido en Poemas, número 117 de la Colección Planeta Clandestino, que se presentará este jueves 6 de septiembre en el IRJ a partir de las 20 horas, dentro del VIII (y extenso) Agosto Clandestino.
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